
1666: Ogyū Sorai Enseñanzas
Sorai escribió muchas obras influyentes, en las cuales identificaba dos debilidades fundamentales en la filosofía neoconfuciana. En primer lugar, dudaba que el hecho de que un individuo quiera actuar de manera ética, perfeccionando su carácter moral, fuera suficiente para superar la crisis política de la época. A esta conclusión llegó tras observar que los antiguos gobernantes de China no se preocupaban sólo por la moralidad, sino también por el gobierno. Su segundo desacuerdo con el neoconfucianismo fue provocado por el énfasis que el neoconfucianismo ponía en la moralidad. Según Sorai, al poner demasiado énfasis en la moralidad, se reprimía la naturaleza humana, basada en las emociones.
Sin embargo, creía que estas debilidades no se debían porque el Confucianismo tuviera deficiencias de por sí, sino por la mala interpretación de los textos clásicos chinos por parte de los neoconfucianos, quienes según él "no conocían las viejas palabras". Sorai acudió a los textos antiguos para obtener un conocimiento más confiable, declarando que "la última forma de conocimiento erudito es la historia". Para él, los trabajos históricos eran la mejor fuente de conocimiento existente, inclusive para un presente siempre cambiante. También Sorai pensaba que el estudio de la filosofía empieza con el estudio del lenguaje.
Sorai también discrepaba con el pensamiento neoconfuciano en otros aspectos. Argumentaba que el Camino no era un principio predeterminado del universo, sino una creación de los hombres, de los antiguos sabios que lo describían en los textos confucianos clásicos. Esos textos preparaban al lector para seguir el Camino, que se dividía en los ritos (rei) y la música (gaku); el primero daba orden social, mientras que la segunda era inspiración para el corazón. Por lo tanto, permitía directamente el flujo de emociones, algo negado por el moralismo del neoconfucianismo. En consecuencia, Sorai creía que uno debía cultivarse por medio de la música y la poesía. Adicionalmente, como producto de sus enseñanzas que enfatizaban la literatura como forma fundamental de la expresión humana, la escritura china empezó a prosperar en el Japón, y su escuela produjo varios grandes escritores de composición china en ese entonces.1
También Sorai era partidario de la clase samurai. Para él, las instituciones que alguna vez estuvieron bajo un gran liderazgo declinaron, razón por la cual era menos probable que hombres más idóneos las dirigieran. Por eso, los samurais serían los mejores gobernantes, pues reaccionaban mejor ante un sistema de recompensa y castigo. Específicamente notó este problema en el orden impuesto por los Tokugawa, que había alcanzado el éxito empobreciendo a las clases más bajas. Asimismo fue crítico de los mercaderes de la época, a quienes acusaba de conspirar para arreglar los precios de sus productos. No obstante, hay que notar que aunque defendía a los más pobres, no tenía especial apego hacia ellos; alguna vez declaró:2
habitaciones de matrimonio insonorizadas.
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